El anticuario representa una vida entera rescatando objetos perdidos en el olvido y atesorándolos en sus tiendas, los disponen desde el suelo hasta el techo aprovechando el más mínimo espacio y teniendo por resultado un lugar que recoge siglos e historias tan variadas como las propias vivencias de los dueños del local.
El entrar a una de estas tiendas no solo es una experiencia por los objetos que se pueden llegar a encontrar, sino por las conversaciones que se pueden llegar a entablar con los anticuarios.
En un precioso rincón de Madrid, en la calle de Fernández de la Hoz 56, el anticuario Julián Larrea tiene una tienda de antigüedades en la que dispone de gran variedad de objetos que no dejan de cambiar y renovarse continuamente: muebles, lámparas de araña, cuadros, juguetes, figuras, esculturas, imágenes, carteles y un largo etcétera.
Algunosde esos objetos son verdaderamente especiales, puede que uno de los más importantes y valorados sea esta impresionante esfera armilar (armillary sphere), también conocida como astrolabio esférico.
Este instrumento representa en su centro la Tierra en un conjunto de círculos graduados que muestra la eclíptica, el ecuador, meridianos y paralelos astronómicos.
Este fue un modelo de la esfera celeste creado por Erastótenes en torno al 255 a.C y perfeccionado en época de Ptolomeo en el siglo II, se utilizaba para mostrar el movimiento aparente de las estrellas al rededor de nuestro planeta, o del Sol, posteriormente. Representa precisamente el modelo geocéntrico del Cosmos, por el cual se afirmaba que la Tierra era el centro del Universo ,y que, por tanto, el Sol, la luna, los demás planetas y estrellas giraban alrededor de ella. Este modelo fue el propio de civilizaciones antiguas como la griega así como su adopción para la visión cristiana que conformó la idea del hombre como el centro de la Creación.
Lo más sorprendente es que, a pesar de que el modelo geocéntrico fue superado en el siglo XVI con Copérnico, el modelo de Ptolomeo creado por un complejo sistema de giros con el que explicó el aparente retroceso en el movimiento de los planetas de forma tan perfecta y precisa que aun siendo erróneo el planteamiento inicial se podría utilizar actualmente para la orientación en navegación marítima y obtendríamos resultados fieles a la realidad. Aún hoy este modelo continúa influyendo en nuestro lenguaje, religión y percepción.
La importancia de situar las estrellas viene desde que el hombre miraba al cielo y sólo obtenía preguntas sin respuesta, algo que sigue ocurriendo hoy en día.
La perpetua voluntad de situar materiamente el lugar de los astros lo encontramos en civilizaciones antiquísimas como los avanzados conocimientos mayas. Los antiguos griegos lograron delimitar el área de las estrellas mediante el Templo. Los templos eran lugares sagrados en tanto que se conformaban con la proyección exacta de un grupo concreto de estrellas en la Tierra. Sin embargo, civilizaciones anteriores como la egipcia, a pesar de que desconozcamos gran parte de sus métodos, podemos afirmar que tenían los mismos objetivos con las grandes construcciones de las pirámides concordando exactamente con la disposición de las estrellas. Una preocupación recurrente que hace que la ciencia haya avanzado y veamos en antiguas piedras la situación exacta del universo que nos rodea.
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